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Posada Virtual – Sombras

Tenían reuniones virtuales cada quince días para organizar la logística del cuartel. En la primera de ellas habían decidido que Emy debería estar en cuarentena lo más lejos posible de todos. Andrea sugirió otra idea distinta en la que al final se quedó con el hada. Todos estuvieron de acuerdo. 

Nikolai no era muy fan de esas reuniones, pero como la idea era lo de permanecer en la cuarentena con los compañeros del libro, por si tenían que trabajar juntos, le había parecido maravilloso quedarse cerca de Kira. Sin embargo, en esta sección tenían una niña y estaban siguiendo cuidados muy estrictos para cuidar a Sonia. A pesar de lo irritante que le parecían las llamadas, le habían entregado una joya para trabajarla.

Como siempre, los temas de la junta se desviaban cotidianamente a cosas que no tenían nada que ver y una de ellas fue el correo tradicional.  Todo surgió con la simple frase que dijo Kyra al finalizar el tema: “… es muy lindo pero, ¿quién queda en el mundo que escriba así?” En ese instante pensó que él era esa persona que quedaba en el mundo.

Después de la junta, y de terminar su parte de la limpieza y otras labores, se conectó al internet a buscar materiales. Compró un paquete de hojas que parecían antiguas y unas plumas de tinta negra que escribían como si fuera tinta china. No tenía tiempo de aprender caligrafía, así que consiguió unas plantillas para letras capitulares y por último compró cera roja y un sello para sus cartas. El sello estaba formado por un dragón con un fondo de estrellas. Era perfecto para él. Ya que estaba en esto, decidió ayudar a Kyra a ser su cómplice y mandó pedirle un sello especial con un unicornio y un árbol en el fondo, así como su propio paquete de cera y hojas. Esperaba de todo corazón que la chica participara con él. 

Aguardó ansioso por un par de días en lo que llegaba el paquete. Mientras, pensó en qué podría decirle. En cuanto llegó el correo probó hacer el sello un par de veces hasta que le quedó bien. Después tomó una hoja de papel y escribió:

Mi queridísima Kyra:

Hace unos días te preguntaste quiéen en este inmenso y conectado mundo quedaba que escribiera cartas como hace cientos de años. Espero que este mensaje responda tu pregunta. Te adjunto algunos materiales por si decides responder este intento desesperado de pelear contra este encierro impuesto.

Esperando con emoción tu respuesta,

Nikolai.

Dobló la hoja como en un tutorial que vio en YouTube y luego puso el sello. Dentro de una cajita de zapatos puso la carta y los materiales. Se puso su cubreboca y salió a dejar la caja frente a la puerta de la chica. Tocó tres veces y se regresó a su cuarto. Después de esperar unos minutos, Nikolai decidió hacer otras cosas para no morir esperando.

Se decepcionó un poco al no recibir respuesta. Al final del día decidió salir a la cocina por algo de comer y se sorprendió mucho cuando casi pisa una carta con sello de cera. Con cuidado lo rompió y vio una hermosísima caligrafía en la página que se leía:

Querido Nikolai:

Me ha emocionado mucho la fantástica idea de escribirnos por este medio, no importa que tu puerta esté a siete pasos de la mía (los conté, puedes estar seguro de lo que digo). Espero que esta carta te indique mi emoción en participar en este intercambio. Muchas gracias por los materiales. Siempre quise un sello de cera, el que me enviaste es hermoso.  La verdad es que no tengo mucha idea de qué se escribían en estas cartas, pero estoy dispuesta a intentar cualquier tema. 

Esperando atenta tu respuesta,

Kyra

Nikolai perdió el apetito. En ese mismo momento regresó a escribir una respuesta para la señorita en cuestión. Y así comenzaron meses de cartas. La cera de Kyra dejó de ser la roja que le había regalado Nikolai y cambió por una variedad de colores. El papel también cambió. Kyra algunas veces le mandaba artículos interesantes para elaborar las cartas, como papeles con hojas de plantas o pétalos de flores, un juego de tinta china, pluma fuente, entre otras cosas. Kyra y Nicolai platicaron de infinidad de temas en su correspondencia. Tenían diferentes charlas en correo electrónico, redes sociales, en chat virtual, pero sus conversaciones escritas eran tratadas con mucho más cuidado. Poco a poco esas cartas se convirtieron en notas románticas. Notas en las que escapaban juntos para caminar, en las que organizaban citas y se contaban secretos y pequeñeces de sus días. En las últimas notas comenzaron a platicar sobre la inminente posada virtual.

Nikolai:

Sabes que todavía no me siento muy confiada en escribirlo. Me da pena. Siento que alguien podría estar leyendo nuestra comunicación y podría gritar de la emoción al leerlo o tal vez tener un gesto de asco. Supongo que eventualmente lograré escribir la palabra sin tirar treinta hojas a la basura. Sin embargo, quiero que estés seguro de que sí te amo, es solo la palabra ‘amado’ la que no puedo escribir al principio de la carta. Me distraes, creo que a Sonia le encantaría que pudiéramos cenar todos juntos y abrir algunos regalos. Si solo somos nosotros cuatro creo que no habría problema. Y antes de cenar podríamos unirnos a la llamada que se organizó para festejar todos juntos.

Esperando tu respuesta del otro lado de la puerta,

Kyra

Nikolai soltó una risita de chiquilla enamorada de un ídolo pop al leer la primera parte de la carta. Y luego bailó por la pequeña sala de su cuarto. Le encantaba la idea de que los cuatro cenaran juntos. Después de todo, mantenían su distancia lo más posible, pero estaban encerrados juntos básicamente. Nikolai garabateó rápidamente una nota, la selló y la deslizó bajo su puerta. Luego escuchó unos pasos alejarse. 

Mientras se alejaba, el joven entró a su tienda en línea favorita para buscar un regalo para Sonia, era el que le faltaba para la noche de Navidad. Mientras tecleaba en la computadora le llegó un mensaje a su celular:

Kyra: Eres un menso.

Nikolai: Asi me quieres 💋

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